Del amor y tener sexo.
No sé quién se pare por aquí, pero, asumo que han tenido sexo. Vamos, si eres mayor a 20 años ya la probabilidad de que no, es poca.
Y bueno. Cómo muchas veces me ha sucedido en la regadera, llegó a mí una idea interesante. La distinción entre, “Tener sexo”, y “Hacer el amor”. Hay incautos que creen que es lo mismo. O nunca se han preguntado la diferencia.
Yo, personalmente, disfruto mucho del sexo. No hay más qué decir respecto al punto.
Pero, ¿es lo mismo hacer el amor qué tener sexo? La pregunta podría considerarse cursi, si quieres, pero no es lo mismo. Se parecen, si, son familia. Pero, hacer el amor es distinto. Es como un subconjunto del sexo.
Hay quienes dicen no conocer el amor, y, sinceramente, no les creo. Me niego a creer que existe alguien tan desafortunado en la vida. No sé si es negación, o si no se han dado cuenta, o si, en realidad, no lo han conocido.
Y puede que por ello, hay quienes creen que estas dos cosas son las mismas.
Para hacer el amor, necesitas dos cosas. Una situación de sexo, y enamoramiento de ambas partes. ¿En qué resulta esto? Bueno, pues, depende también qué tan entregado estés a las circunstancias. Pero, la diferencia es, la consideración. Cuando le haces el amor a alguien, no buscas un placer directo en ti mismo. Buscas, de la forma más kantiana, obtener placer de alguien más a través de su placer. Estás dándole felicidad a alguien, y, a través de su felicidad, obtienes la propia.
No sé si a alguien le parezca inconcebible, pero, así es esto. Es un trabajo de dos. Y en éstas cosas se tiene que estar consciente de eso. En el sexo casual, de una noche, probablemente nadie se vaya tan satisfecho como podría haberlo estado en otra situación, con otra persona, pero es un principio. Una vez que hay confianza y costumbre, se comienza a jugar con otra estrategia. Buscas encontrar esos puntos específicos que saben que la prenden más. Haces esas cosas que has probado en el pasado que funcionan. Y a veces, no te dejas ir, hasta que no ves que ya lograste una excitación mucho más que evidente.
Y entonces te sueltas y cobras todo ese placer que has estado invirtiendo los últimos minutos. Porque no te vas solo. Porque lograste estar sincronizado con otro ser humano.